ABC

12 de Junio 2004

Las memorias de un tejo milenario, según Guido Mina di Sospiro

Cada vez es más difícil escribir la historia de la humanidad, armado de humor y erudición el autor italiano nos hace una propuesta audaz pero repleta de sabiduría

JUAN PEDRO YÁNIZ/

BARCELONA. La idea de escribir la historia del mundo a través de lo que ha ocurrido con sus árboles se le ocurrió a Guido Mina di Sospiro paseando por Los Ángeles, donde junto a las especies autóctonas hay gran cantidad de foráneas que son mimadas en los jardines públicos.

«Memorias de un árbol» (RBA) es el resultado de años de contactos con botánicos y otros conocedores de las especies arbóreas. El autor tienen previsto de escribir también la historia de un río, el Poo; y la historia de un volcán, el Etna, como una manera de interpretar el devenir de la Humanidad bajo otros prismas; según explicó ayer en el curso de la presentación de su obra.

El viejo tejo

Guido decidió documentarse hablando e intercambiando información con los responsables de los jardines botánicos más importantes. Tal vez por aquello de la Verde Erin, escribió al director de los Jardines Botánicos de Dublín (Aidan Brady) que respondió de forma poco alentadora: «Los ingleses han talado todos nuestros árboles, dudo que en Irlanda haya un tejo de más de mil años». Pero la postdata era más alentadora ¿se ha interesado por el tejo de Killarney? Total, el autor cogió un avión, se fue al condado de Kerry y en aquel rincón de lagos y bosques, entre pintas de cerveza y charlas al amor de la lumbre, se empapó de leyendas célticas.

«Descubrí que los árboles se declaran la guerra, estrangulan sus raíces, se hacen frondosos para evitar la fotosíntesis de los cercanos; envían substancias tóxicas a sus rivales, una auténtica guerra química. En el capítulo séptimo del libro explicó una guerra entre robles usurpadores y especies de árboles perennifolios. En New Hampshire conocí a Alex Shigo, que es un cirujano de árboles, ha operado más de 16.000 y ha descubierto el sistema de compartimentación de los mismos».

De origen nobiliario, Guido nació en Buenos Aires, se crió en Nápoles, estudió Cine en Los Ángeles y se casó en Nueva York, con una coruñesa, el matrimonio se fue a vivir a Miami. Habla un catellano fluido, trufado de hispanoamericanismos, italianismos y otros vocablos. Su sentido del humor es proverbial y lo ha aplicado a sus historias.